Según la tradición griega el inventor es Teodoro de Samos, en tiempos del poeta Homero, pero la verdad es que las primeras puertas con cerraduras aparecieron en Egipto hace 4,000 años. Estas puertas podían abrirse desde fueras con llaves y candados hechos de madera.
En un principio dichas puertas se cerraban mediante pestillos de madera que se introducían lateralmente en el marco o en una grapa fijada en la propia hoja de la puerta; después se aseguraron con varios pernos, que se eleven fácilmente y penetraban en los orificios practicados en el pestillo gracias a la acción de las llaves.
La evidencia más antigua de un candado fue encontrado en la ciudad de Nínive, Mesopotamia, y funcionaba con ese principio básico. Los modelos de candados egipcios eran empleados solamente por personas ricas, pero fueron los griegos quienes perfeccionaron llaves y candados disponibles para uso popular.
Los romanos idearon candados que podían abrirse con llaves que cargaban como si fueran anillos.