La niebla es un fenómeno relativamente difícil de predecir, puesto que varios factores influyen en su formación. Sin embargo, cabe mencionar que la niebla es esencialmente la formación de una nube a nivel del suelo.
Se forma en la troposfera, o parte de la atmósfera que comprende la superficie de la Tierra y la estratosfera, y que se encuentra a altitud variable (menor en los dos polos, a 11 kilómetros, frente a los 15 kilómetros en el ecuador).
Las variedades de niebla pueden clasificarse por su formación:
– Por precipitaciones: En presencia de una tormenta, bien de nieve o bien de lluvia, si ésta atraviesa una masa de aire cuya temperatura es superior a la de sí misma.
– Por la ascensión de masas de aire: Cuando éstas se enfrían y ascienden, fenómeno muy común en zonas de alta montaña.
– Por advección o arrastre: La entrada de una masa de aire frío o cálido en un territorio, en paralelo a una masa más fría; común en los océanos.
– Por radiación: Que sólo se localiza sobre la línea del suelo, que se inicia durante la noche como consecuencia del enfriamiento de la Tierra por la radiación del Sol (la Tierra se enfría antes que el agua); tiende a desaparecer apenas amanece.
En definitiva, las nubes se forman por la condensación de la humedad que se encuentra en la atmósfera. Hay una magnitud en meteorología que se emplea para saber cuando el agua contenida en el aire se tornará visible; a este dato se le conoce como “punto de rocío” y es indicado como una temperatura.