Suena descabellado ¿verdad? Sin embargo es real la noticia, de hecho desde hace un año que se ha venido comentando esto. Se trata de una técnica que emplea fibras de vidrio huecas que imitan en cierto modo el comportamiento de los tejidos vivos para «cerrarse» automáticamente, por ejemplo en el caso de que aparezcan pequeñas grietas o agujeros.
La técnica funciona del modo que sigue a continuación. Si aparece en un avión un agujero o grieta pequeños (por ejemplo, debido al desgaste o a un objeto sólido diminuto que impacta contra el aparato), desde conductos integrados cercanos deberá “sangrar” resina epóxica, la cual sellará rápidamente el agujero, restaurando la integridad estructural. Mezclando tinte con la resina, cualquier “autorreparación” podrá verse como un parche coloreado que se puede identificar con facilidad durante inspecciones subsecuentes en tierra, y podrá entonces llevarse a cabo una reparación completa de ser necesario.
Esta técnica, simple pero ingeniosa, similar al proceso de sangrado y cicatrización que vemos después de que por ejemplo sufrimos un corte en una mano, tiene el potencial de ser aplicado en cualquier parte de un avión en la que se utilicen compuestos de polímeros reforzados con fibra. Estos materiales livianos de alto rendimiento son cada vez más populares, no sólo en los aviones sino también en los autos, turbinas eólicas e incluso en la fabricación de vehículos espaciales. El nuevo sistema de autorreparación podría tener una notable utilidad en todos estos campos.
De modo que se espera que esta estrategia se haga cargo de aquellos daños que no se ven a simple vista y que no presenten un problema grave. Por lo que no pretende sustituir las rutinas de manetenimiento sino a complementarlas.
Fuente: Revista Ambiente Plástico