Aunque existen otros de mayor superficie, este es el lago de agua dulce más profundo del mundo y, con mucho, el de mayor volumen. Se lo ha llamado de varias maneras, pero el nombre que ha perdurado hasta hoy es Baikal, que posiblemente significa “lago rico” o “mar”. De hecho, por ser tan inmenso y tan cambiante, los pescadores de sus costas a veces hablan de “salir al mar”.
Desde el espacio, el lago Baikal parece una media luna azul con sus 636 kilómetros (395 millas) de largo y 80 kilómetros (50 millas) de ancho en su punto máximo. Contiene una quinta parte del agua dulce del planeta —más que los cinco Grandes Lagos de Norteamérica juntos—, y supera los 1.600 metros (una milla) de profundidad. Si el Baikal se vaciara inesperadamente, todos los ríos del mundo tardarían un año en llenarlo.
Los geólogos especulan que en el pasado remoto un subcontinente que se desplazaba hacia el norte chocó contra Asia. El impacto arrugó enormes secciones del lecho rocoso como si fuera papel de aluminio y elevó la corteza terrestre formando la cordillera del Himalaya. Se opina que la colisión de los continentes reactivó varias de las profundas zonas de fractura siberianas, una de las cuales se conoce con el nombre de fosa del Baikal. Con el tiempo, los cursos de agua procedentes de las montañas colindantes depositaron en esta falla más de siete kilómetros (cuatro millas) de sedimentos. Luego, el agua la colmó y dio lugar al lago actual. Hoy, más de trescientos ríos y arroyos desembocan en el Baikal, pero solo uno, el Angara, nace de él.
Hay quien se pone nervioso cuando navega por el lago Baikal debido a que sus aguas cristalinas permiten ver hasta 50 metros (150 pies) de profundidad, como si no hubiera nada de por medio. La calidad del agua está a cargo de un ejército de cangrejos minúsculos llamados episura que la filtran, lo que elimina las algas y bacterias que enturbian muchos lagos. En la tarea también colaboran múltiples especies de crustáceos que deambulan devorando desechos orgánicos que de otro modo se descompondrían. El agua alcanza tal pureza que hace unos veinte años, cuando se recogió una muestra para analizarla, fue el recipiente de vidrio el que la contaminó.
Las aguas del lago no solo son célebres por su transparencia, sino que, además, poseen un alto contenido de oxígeno. En sus frías y límpidas aguas crece un bosque submarino. Un tipo de esponjas verdes se ramifican como si fueran corales y dan cobijo a una multitud de pequeñas criaturas. Por otra parte, infinidad de organismos amantes del calor se agrupan alrededor de las fuentes hidrotermales. Mil quinientas de las más de dos mil especies que pueblan el lago solo pueden encontrarse en el Baikal.
Otro de los pobladores es el golomianka, un pequeño pez endémico del Baikal que quizás sea el más insólito de todos.
Se trata de un pez translúcido que despide destellos iridiscentes. Vive cerca del fondo y es vivíparo, es decir, pare crías vivas. Un tercio de su organismo consiste en grasa, rica en vitamina A. Es capaz de soportar grandes presiones a profundidades de entre 200 y 450 metros (700 y 1.600 pies); pero cuando se le pone al sol, se derrite y se convierte en espinas y grasa. El golomianka es el plato favorito de tal vez el residente más célebre del lago: la nerpa, o foca del Baikal, la única foca que vive exclusivamente en agua dulce.