El insecto más raro del mundo ha sobrevivido a lo que se creía era una extinción total. Solo quedan entre 20 y 30 de estos ejemplares en estado salvaje.
El insecto palo de Lord Howe, una isla de Australia (Dryococelus australis) ha sido nombrado como el insecto más raro del mundo.
Su historia de supervivencia es digna de contarse.
Este insecto sobrevivió contra todo pronóstico aferrándose a un arbusto en la pila volcánica más alta de la isla. Ahora los humanos hacen todo lo posible por proteger a su población de la extinción.
Un accidente que lo cambió todo
El insecto palo endémico, de color negro brillante, es nocturno, no volador y cabe en la palma de la mano.
Este insecto abundaba en los densos y húmedos bosques de la isla Lord Howe, Australia. Hasta que un día de 1918 todo cambió.
Un carguero, el Makambo, encalló en la isla, liberando accidentalmente ratas del barco.
Los roedores comenzaron a poblar la isla rápidamente. Pronto la invadieron causando una devastación total a la ecología que, hasta entonces, había estado libre de plagas.
Por mucho tiempo había sido un paraíso intacto de aves, insectos y plantas endémicas, que no había sido visitado por humanos hasta finales del siglo XVIII.
En sólo cinco año, las ratas había acabado con varias especies de aves. Incluso con el insecto palo, o al menos eso se pensaba.
Un rastro de esperanza Balls Pyramid
Durante décadas desde su desaparición, lo único que quedaba eran unos cuantos ejemplares en museos e historias. En 1964 y en 1969 escaladores encontraron la piel desprendida de fásmidos en la inmensa y ventosa formación rocosa casi vertical, ubicada a 23 kilómetros de Lord Howe, conocida como “Balls Pyramid”.
Los habitantes de la isla también contaban historias parecidas.
Para averiguar si estas pieles mudadas eran de ejemplares vivos, en 2001 se organizó una expedición.
Cinco personas se aventuraron en esta misión, pero no encontraron nada. Sin embargo, mientras regresaban aquel día, encontraron excrementos de insectos sospechosos, debajo de un arbusto.
Sabiendo que son animales nocturnos, el equipo decidió subir de noche. Dos personas del equipo escalaron unos 70 metros. Para su grata sorpresa encontraron a 3 fásmidos adultos agarrados a un sólo árbol de té Melaleuca howeana.
La noticia le dio la vuelta al mundo.
A partir de entonces, el equipo comenzó a planear cómo protegerían a los insectos de la extinción.
De pocos a miles
En 2003, tres miembros de la Junta de la Isla Lord Howe recolectaron dos parejas del fásmido de Lord Howe para establecer una población cautiva.
Una pareja, llamada Adán y Eva, fue enviada al Zoológico de Melbourne para un programa de cría en cautiverio.
La situación se complicó cuando Eva enfermó, pero logró superar la adversidad.
Una evaluación reveló que había 40 ejemplares adultos en su hábitat de reproducción, que ahora esta estaba siendo amenazada por una enredadera exótica llamada campanilla Ipomoea cairica. No se podía arrancar porque esta estaba reteniendo la tierra del acantilado. Y el árbol (Melaleuca howeana) era el único alimento de los insectos en la pirámide.
La Junta de la Isla Lord Howe no se quedó de brazos cruzados y desplegó estrategias para combatir la invasión y proteger el hogar del fásmido. Hoy, monitorean de cerca la presencia no solo del fásmido, sino también de otras especies amenazadas que comparten su hábitat.
Aunque una encuesta en 2017 arrojó un sombrío panorama con solo 16 fásmidos en estado salvaje, el Zoológico de Melbourne ha liderado un exitoso programa de cría en cautiverio. Desde Adán y Eva, casi 19,000 fásmidos han visto la luz, un ejemplo de resiliencia de esta especie.
Ahora, el Zoológico de San Diego, en Estados Unidos, invita a los visitantes a ver en persona estos extraordinarios animales australianos que desafían la extinción.
Como su hábitat natural corre el peligro de desaparecer, zoológicos de todo el mundo, ayudan a esta especie a no desaparecer de la faz de la Tierra. Y hay programas para la conservación de esta especie.
Es un acto noble, ¿no crees?