El caso de Fred Lorz en el maratón de los Juegos Olímpicos de San Luis 1904 es una de las historias más infames del deporte.
El estadounidense, que al principio fue aclamado como un campeón, se vio envuelto en el escándalo de haber hecho trampa. Esto arruinó su carrera deportiva y se convirtió en el primer tramposo de la historia de los juegos olímpicos modernos.
Al parecer él no planeaba hacer trampa.
Fred Lorz estaba listo para la carrera. Pero luego de recorrer unas 9 millas, estaba tan agotado que su entrenador, haciendo a un lado la honestidad y el juego limpio, lo convenció de hacer trampa. Lo transportó en un carro por 11 millas.
Después de eso, Lorz se bajó del vehículo como si nada y completó la carrera a pie. Cruzó la línea de meta en primer lugar y se llevó la gloria.
Bueno eso le duro muy poco.
La verdad salió a la luz y los organizadores descubrieron el engaño de Lorz. Al verse acorralado, confesó que se trataba de una broma. Pero para el deporte, aquella no fue una simple broma de mal gusto, fue mucho peor. Fue una total falta de respeto para el deporte. Era la primera vez que algo así pasaba en unos juegos olímpicos.
Una vez descubierto el fraude. El título le fue retirado.
El nuevo campeón del maratón fue Thomas Hicks, un estadounidense nacido en Inglaterra. Aunque su victoria tampoco estaba del todo intachable.
Resulta que durante la carrea, Thomas Hicks recibió una controvertida mezcla de inyecciones de estricnina y brandy.
Recuerda que en aquella época no existían controles antidopaje, por lo que técnicamente no estaba prohibido lo que hizo. Bueno, sin más, recibió su medalla olímpica, una tradición que empezó en esas los juegos olímpicos de 1904. (Por cierto, ¿sabías que las medallas de oro, no son de oro?)
¿Y qué paso con Lorz? Fue duramente castigado por su trampa olímpica. Recibió una suspensión de por vida del atletismo. Y aunque con el tiempo se le permitió competir de nuevo, nunca pudo limpiar su imagen.
En 1905 demostró su capacidad deportiva, pues pudo completar un maratón sin ayuda en un tiempo de 2:38:25 horas. Nada mal para alguien que un año antes no pudo aguantar más allá de 9 millas.
Su caso sentó las bases para asegurarse que el deporte se mantenga lo más limpio y honesto posibles.
Curiosa historia, ¿no te parece?