Hace tiempo presentamos nombres graciosos de personas. Sin embargo, esto de poner nombres “un poco fuera de lo común” a sus hijos también sucedió en el pasado y estos son algunos casos.
En Inglaterra, durante la época del Rey Carlos II (1649 -1685), los puritanos eran personas que pretendían purificar la Iglesia, y como su vida giraba en torno a la religión, no era de extrañar que algunos nombres de sus hijos fueran sacados de la Biblia. Pero otros padres mejor prefirieron poner estos nombres a sus hijos: “La gran pelea del bien”, “Silencio”, “Disciplina” o “Si Cristo no hubiera muerto estaríamos condenados”.
Durante el gobierno de la Reina Victoria (1837 – 1901) los padres ponían estos nombres a sus hijos: “Jugo de carne”, “Seguiré”, “Jamás”, “Sanitario”, “Babuino”, “Zanahoria”, “Felices”, “Brisa Fría”, “Princesa Queso”, “Tejón de menta”, “Aspecto Cruel” y “Flatulencias”.
Nombres confusos
Ya si se trata de poner nombres que no sean extraños, pero que causen confusión, tenemos el ejemplo de Alejandro Magno, que tras conquistar varios lugares, desde Grecia hasta la India, decidió cambiar el nombre de algunas ciudades y las llamo Alejandría.
¡Imagínate la cantidad de indicaciones que te darían al preguntar cómo llegar a la “Ciudad de Alejandría”! Por lo menos en Turquía hubo una ciudad a la que decidió llamarle “Iskenderun”, ya que en turco significa “Alejandría”.
Apodos raros
Ahora mencionaremos el caso de la Reina Isabel I o Elizabeth I (1558 – 1603) porque ella, en vez de poner nombres extraños, prefería poner apodos. Por ejemplo: a Robert Cecil, su primer ministro le decía “pigmeo”. Y al explorador Sir Walter Raleigh le decía “Wat” o “Pug” …
¿Y si el apodo que le ponían no era de su agrado? Pues para algunos, tal vez era mejor recibir un apodo de la Reina, porque si no lo hacía, significaba que le caía mal la persona y solo por eso, podía encerrarlo en prisión o cortarle la cabeza.
Así que el uso de apodos o nombres “insólitos” ha formado parte de nuestra historia.
¿Qué opinas?
[Wikipedia, BBC, Libro: Los ojos de la Medusa de Gilberto Prado Galán]