Estos están constantemente sobre la nieve o el hielo o en agua helada. La temperatura de sus patas se aproxima al punto de congelación sin que se congelen. Si sangre caliente fluyera a las patas, a su regreso al cuerpo, vendría fría. En poco tiempo la pérdida de calor a través de las patas sería tanta que, no sólo las patas, sino también el pingüino completo, se congelaría.
Así que un ingenioso mecanismo de intercambio de calor soluciona el problema. Las arterias que entran a las patas están rodeadas por las venas que salen de éstas. Así que la sangre fría que sale de las patas por las venas recoge calor de la sangre caliente que baja por las arterias. La sangre de las arterias enfriada de esta manera es adecuada para las patas, ya que éstas tienen muchos tendones pero pocos músculos… los tendones pueden funcionar adecuadamente estando fríos, pero los músculos no.
Por medio de este ingenioso intercambio de calor, el cuerpo del pingüino se mantiene caliente y sus patas no se congelan.