El Pingüino emperador (Aptenodytes forsteri), presente en la Antártida, es el más grande de todos los pingüinos.
De media, los adultos miden 1.1 metros de altura y pesan 30 kilos. A principios del 2000, científicos de la Base Antártica Marambio de la Argentina, localizaron una colonia de 1.70 metros de altura. Viven más de 20 años, aunque hay constancia de que se han dado casos de llegar a los 40.
Destacan como grandes nadadores, por su particular forma de protegerse del frío, por su monogamia y el peculiar viaje que realizan en busca de su lugar de cría.
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Se lo puede encontrar por todo el Antártico. Sólo se le ve fuera de las aguas antárticas en ocasiones (por ejemplo cuando un témpano se desprende de la banquiza polar con una colonia de ellos encima). Algunos llegan hasta América del Sur (Argentina y Chile), hasta Nueva Zelanda y hasta otras islas oceánicas de los mares del Sur.
Su cabeza y alas son negras; el abdomen blanco; su pico es largo, puntiagudo y ligeramente curvo en su extremo; las patas son parduzcas y emplumadas hasta su mitad; presenta tonos dorados a los lados del cuello.
El macho tiene un pliegue abdominal entre sus cortas patas que le sirve de bolsa para incubar el huevo y cuidar la cría. Las crías están cubiertas por un espeso plumaje gris, más lanoso y opaco que los adultos. Esta capa es vital en los primeros días.
Los machos forman compactas agrupaciones en las que se turnan del interior al exterior de la formación y viceversa. Así sobreviven al frío y a los fuertes vientos de hasta 200 km/hora. La incubación dura de 62 a 64 días. Si la cría nace antes del regreso de su madre, su padre la alimentará con una sustancia lechosa que segrega una glándula del esófago.
Después de 2 meses, ella regresa y encontrará a su pareja distinguiendo su llamada de la de cientos de pingüinos. Regurgitará la comida y alimentará a la cría. Es entonces el turno del macho para ir de nuevo a buscar comida al mar. Después de unas semanas regresará y los dos cuidarán de la cría. Si este ciclo se interrumpe en algún punto debido a la muerte de un progenitor la cría perece sin remedio.