El didgeridoo es un instrumento de viento (o aerófono) ancestral utilizado por los aborígenes de Australia. Es un instrumento no melódico y polifónico, que emite una vibración grave y profunda, la cual puede ser modulada y dotada de ritmo.
En sus orígenes, el didgeridoo fue creado a partir de troncos muertos de árboles, principalmente eucaliptus, hueco por dentro. Al limpiar el tronco se obtiene un tubo largo, que se hace sonar haciendo vibrar los labios en uno de sus extremos. Esta vibración, al ser amplificada por las paredes del tubo, genera su fantástico sonido. Es posible modular la vibración obtenida, moviendo los labios y la lengua, o sumando a la vibración sonidos surgidos de la garganta.
Una de sus particularidades es que se puede tocar durante un tiempo ilimitado mediante una técnica denominada respiración circular, que consiste en mantener continuamente una cierta presión de aire en la boca, inhalando aire por las fosas nasales.
Un didgeridoo, usualmente, mide entre 6 y 12 cm. de diámetro, y su largo puede variar desde, aproximadamente, 50 centímetros, hasta dos metros o más. El largo del instrumento determina la gravedad de su sonido. Algunos presentan un ensanchamiento en su boca inferior, semejante a una trompeta. Muchas veces, la boca superior, por la cual se sopla, presenta una cubierta de cera de abejas, para prevenir la irritación de los labios a causa del roce.
Las connotaciones arcaicas y el característico sonido del didgeridoo lo convierten en un instrumento óptimo para la musicoterapia, tanto para el que toca –que puede utilizarlo como instrumento para guiar sus meditaciones, al tener que observar constantemente el sistema respiratorio–, como para el que escucha.
Podemos inducir a estados de relajación profunda, al mismo tiempo que guiamos el viaje y sus dinámicas, a través del ritmo y la respiración. A parte de las cualidades terapéutico-psicológicas, también podemos utilizar el sonido para masajear el cuerpo de un paciente a nivel físico y energético, desbloqueando tensiones musculares, contribuyendo positivamente a la reparación de fracturas óseas y aumentando el nivel de entropía en el cuerpo. De esta manera se ejercita la garganta y hasta se pueden evitar los ronquidos… curioso ¿verdad?