El 18 de octubre de 1968 Bob Beamon se convirtió en uno de los atletas estadounidenses más reconocidos de todo el planeta.
Alrededor de las 4 de la tarde, Bob corrió como nunca y saltó como nunca estableciendo un récord mundial de 8,90 m en el salto de longitud de los Juegos Olímpicos de México 68
El salto, que tanto el público y los jueces contemplaron , concluyó con un gracioso paso de canguro que le dio a la proeza un aire de travesura infantil. Es salto fue tan impresionante que los aparatos de medición utilizados en la prueba no alcanzaban la longitud suficiente para registrar la marca. Los expertos dieron razones técnicas que indicaban su gran gesta tales como su excelente estado psicofísico, la velocidad del viento y la menor resistencia del aire a esas alturas.
Bob Beamon fue dueño del récord mundial más duradero del atletismo ya que este tardó 22 años, 10 meses y 22 días en ser superado. Además, la hazaña fue considerada por la revista Sports Illustrated, uno de los cinco mejores momentos del deporte del siglo XX. Luego de las Olimpiadas de México ’68, Beamon no volvió a deslumbrar al mundo ya que ni siquiera participó en otros Juegos Olímpicos aunque continuó relacionándose en ese medio colaborando con el Comité organizador de Los Ángeles 1984.
Años más tarde, en competiciones posteriores, el récord fue superado por el atleta estadounidense, Mike Powell en el Campeonato Mundial de Atletismo de Tokio 1991, con 8,95 metros.