A unos 350 kilómetros de ciudad de Khiva, se encuentra Moynaq, el que un día fue el puerto pesquero más rico del Mar de Aral. El día de hoy no es más que un pueblo fantasma en medio del desierto de Uzbekistán, donde sólo puedes ver buques de pesca oxidados.
Desde finales de la década de 1950, el lago, que una vez fue el cuarto más grande del mundo, se ha ido consumiendo hasta el desvanecimiento. El desvío del agua a los regadíos del “oro blanco” de Uzbekistán, el algodón, y el uso de las instalaciones hidroeléctricas y embalses de Asia Central lo secaron completamente.
Además de ser considerado como uno de los peores desastres naturales, comunidades de la región que antes se dedicaban a la pesca y a la agricultura ya no pueden ejercer esta actividad elevando el desempleo y problemas económicos. También se advirtió que la población cercana al mar de Aral presenta una incidencia elevada de enfermedades pulmonares y otras patologías.